Dubai en Salguero

La invasión llegó - Restaurar Sistema

FICCIÓN

Dubai en Salguero

 

Toda mi vida quise llegar a Dubai en Salguero.

En realidad, no fue toda mi vida, pero casi.

La zona, en el norte de la ribera porteña del Río de la Plata, se paga sola.

Desde que tengo memoria sueño con esos edificios de lujo, de casi 90 pisos, con todas las amenities, expendedoras de bebidas, cancha de golf, masajista, vidrios polarizados, vista al río, parrilla, gimnasio y mucho más.

Poder tener a mis hijos controlados dentro de un predio con seguridad privada, con vecinos del nivel de uno, inclusive con un colegio dentro del complejo, era otra de mis máximas obsesiones.

Finalmente haré mi sueño realidad.

Claro que no fue fácil llegar acá.

Dubai en Salguero es uno de los complejos edilicios más costosos del país.

No sólo en lo que refiere al precio, sino que también, para el acceso a la vivienda, uno debe mostrar una carta de recomendación de alguien que ya esté alojado allí, contando cómo y dónde se conocieron, en qué condiciones, si uno es moralmente apto para ocupar ese espacio y si su familia es digna de sus escuelas, parques y Basílica.

Robustiano, el asesor inmobiliario, fue muy puntilloso en esto último: sin carta de recomendación no hay acceso al piso ni a las instalaciones.

Antes de iniciar mi camino hacia la obtención de cada uno de los méritos que voy a enumerar, mis progenitores me dieron la oportunidad de acceder a un tutor bilingüe y al mejor colegio de la zona, para luego comenzar a capacitarme en la empresa familiar y crear mi propia división corporativa con un nuevo enfoque, moderno y distinto al que ellos traían. El mismo círculo en el que movía me llevó a conocer gente de Dubai en Salguero y una cosa llevó a la otra. Así como el aburrimiento lleva a querer cambiar de auto, ropa o pareja, a mi me llevó a querer cambiar de casa.

Fue entonces cuando conocí a Robustiano y el resto es historia.

Hoy voy a firmar la escritura de mi nuevo hogar, donde construiré el resto de mi vida junto a mi familia.

El piso 30 de la torre número 22, el Home Deluxe, es el que me mantuvo insomne durante meses. No sólo es el más amplio y lujoso, sino también el más costoso, ya que tiene tanto vista al río como a los bosques y una pequeña cúpula con un domo periférico desde donde, previo espantar a las palomas, que hay a montones en el área, se puede observar a kilómetros de distancia e inclusive las estrellas en las noches de máxima visibilidad.

Sin dudas, el mejor departamento de la torre.

Antes de iniciar la transacción, supe que cada edificio de Dubai en Salguero cuenta con su Home Deluxe, pero que justamente el de la torre número 22 era el único disponible. Claro, son muy codiciados, se escapan como arena entre los dedos.

Por suerte, en un rato ya tendré asegurado el mío: la cita es a las 18 en la oficina de Robustiano.

Bajé del auto en la esquina, una bandada de palomas volaba en dirección norte. Que bichos asquerosos.

Me atienden por el portero eléctrico. Llegué puntual, buenas tardes, qué linda camisa, ¿todo bien?

Me presenta a un hombre, Luis, yo pensaba que era ordenanza debido a su aspecto. Pero no, Luis es artista, no sé bien qué hace, no entendí, creo que pintor o algo parecido. Me comenta que Luis había visto y señado el mismo departamento que yo. Sin embargo, en ese momento cumplía todos los requisitos a excepción de la carta de recomendación, por eso se había abierto un período de ventana en el cual ingresé yo a la negociación. Ahora, él ya tenía la carta, que a mi me da la sensación de que la debe haber comprado, sino no se explica que alguien como él pueda tener amigos en Dubai en Salguero.

Luis, ¿usted dónde hizo su círculo? En la escuelita, en el baile, en Bellas Artes, ¿dónde más? No puedo creerlo, ¡no tiene pedigree y quiere vivir acá! Dubai en Salguero no es para cualquiera. Pero yo no soy cualquiera, soy una persona como usted y si quiero este departamento tengo mi derecho de poner mi showroom donde yo lo desee... ¿Showroom? ¡Dios mío! ¿Va a usar un piso familiar como comercio? Es indigno, ubique sus pinturas sobre una frazada en alguna transitada calle del barrio, caballero. ¡Showroom, estudio y atelier! A mucha honra. ¿Atelier? ¿Usted es costurero? ¡Y usted no comprende! ¡La luz y los colores acá son ideales para la pintura!

Durante los siguientes 30 minutos, Robustiano intentó infructuosamente mostrarme otros departamentos dentro del complejo, pero ninguno era un Home Deluxe. ¡No había solución al daño irreparable que me habían causado! La pérdida de confianza en quienes deben trabajar para nosotros es tanto o mayor daño que la pérdida de dinero. Al fin y al cabo, la plata va y viene. Pero no la dignidad de un acuerdo bien realizado.

Me devolvieron el dinero de la reserva ¿intereses? ¡Me está ofuscando, Robustiano! ¡Métase el dinero donde no le da el sol!

Salí de la oficina, mirando el piso, pateando piedras al costado del parque semipúblico. Un indigno pintor con larga cabellera me había arrebatado ilegalmente una de las razones por las que yo había hecho tanto mérito. Formar parte de Dubai en Salguero, sus instituciones, su grupo de vecinos, era una de las frutillas del postre para mi vida.

Se me ocurre que la solución, quizás, sería armar mi propio barrio privado. Lejos de los pintores y de los artistas. Lejos del río y de la gente que no es como uno y quiere serlo a la fuerza. Ellos quieren encajar en un lugar que es nuestro por naturaleza.

Pensaba esto justamente cuando una paloma pasó volando y defecó sobre mi cabeza.

Qué día complicado para la gente honesta, por favor…

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Texto inédito