¿Desarrollismo vs. Ambientalismo?

La invasión llegó - Restaurar Sistema

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¿DESARROLLISMO VS. AMBIENTALISMO? APUNTES SUELTOS DE UNA NUEVA POLARIZACIÓN, FALSA DICOTOMÍA Y NEGOCIO PARA POCOS

En las últimas semanas volvió a ponerse en escena un viejo debate que parecía finalizado décadas atrás pero que se reavivó con furia. 

En épocas donde "todo vuelve", sean los '90, el comunismo, el neoliberalismo o cualquier otra expresión que convenga al interlocutor de turno agitar como "viva y peligrosa", tenemos en nuestras manos el futuro no sólo del país, sino también en parte de todo el planeta, y las voces que ponen en un versus infinito al ambientalismo o ecologismo contra el llamado desarrollismo han poblado los medios pero, por sobre todo, las redes sociales.

Es conocida la teoría de la Agenda Setting o "de la fijación de la agenda", que postula que los medios de comunicación poseen gran influencia sobre sus audiencias al determinar qué asuntos poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da a cada uno de ellos. 

Quizás el dato a remarcar en esta teoría es saber que los grandes medios de comunicación son los que establecen la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. En la actualidad, esto operaría también desde y hacia las redes sociales.

En ese sentido, plantear una nueva polarización, como tantas otras que existen en el país y en el mundo, pero en este caso entre medio ambiente y desarrollo, se torna el escenario ideal para obliterar una discusión que va más a fondo y que conlleva un gran desconocimiento sobre la temática medioambiental y una escasez histórica de ideas a nivel gubernamental.

 

UN SOLO MUNDO, NUEVAS IDEAS

En los papeles, el planeta está roto, podrido, re caliente, resquebrajado y en gran parte es culpa nuestra. Ya lo dijo Greta Thunberg: nos quedan 8 años para salvarlo.

Y si bien es verdad que Argentina produce menos del 1 % de la contaminación ambiental a nivel mundial (podio reservado para las "grandes potencias"), esto no es excusa para mirar hacia otro lado. Modelos mal llamados "de desarrollo", como las megafactorías porcinas chinas que se quieren instalar en nuestro país desde hace 2 años, la megaminería en Esquel, la salmonicultura en Ushuaia o las plataformas off-shore de exploración para obtener petróleo y gas frente a las costas marplatenses no son soluciones, sino parches. "Pan para hoy, hambre para mañana", dice la abuela. Tiene razón.

En contraparte, y por suerte, cada vez son más escuchadas las demandas de un sector de la sociedad que pone foco en el cuidado del medio ambiente. Habría que prestarle oídos a los políticos de turno, tal vez, para que ellos también escuchen.

La necesidad de divisas para sostener un crecimiento económico que comience a inclinar la balanza de ese 40,6 % de pobreza presiona en la búsqueda de inversiones y generación de empleo a una élite política que pareciera que el único manual de soluciones que tiene es el de hace 100 años atrás. 

Hoy, más de la mitad de las exportaciones argentinas vienen de sectores intensivos en recursos naturales, como la agroindustria, los hidrocarburos y la minería. Y los ingresos no alcanzan. Así, se torna sumamente necesario transitar hacia un modelo económico con foco en el desarrollo de "actividades verdes", sean las ligadas a la industria del conocimiento, o bien a sectores ya no tan nuevos, pero poco implementados en Argentina, como ocurre en Salta con el nuevo parque de energía solar recientemente inaugurado.

Todos son emprendimientos (públicos o privados) capaces de generar divisas con un menor impacto ambiental. A este listado podemos añadir el proyecto del hidrógeno verde en Río Negro o los autos eléctricos en Córdoba, industrias que no dependen directamente de la extracción de recursos naturales para funcionar o bien minimizan su uso. 

 

UN PEQUEÑO PASO PARA EL HOMBRE...

Es real que el abandono de las energías fósiles no puede consumarse de la noche a la mañana, menos aún considerando las circunstancias nacionales y la tendencia mundial. Debemos ir paso a paso.

Pero urge dar el puntapié inicial a la transición energética y a la economía circular. No podemos aspirar solamente a que pequeños grupos de personas hagan sus intentos aislados. No parece ser un escenario complejo organizar voluntades y masificar un movimiento nacional si se establecen políticas públicas para su fomento. Este accionar tampoco generaría un desajuste en la balanza fiscal y, a cambio, abriría la posibilidad de generar nuevas fuentes de empleo.

Solamente hay que usar el ingenio.

Como afirma Bruno Rodríguez, de Jóvenes por el Clima Argentina, "el próximo paso constituye saltar de la resistencia a pensar e implementar la propuesta del país que queremos".

Y en ese camino, la primera acción debería ser escapar del juego maniqueo del poder. Podemos seguir haciendo preguntas, respondiendo y peleando, podemos leer conversaciones públicas, amplificadas en las redes sociales, cuyas respuestas no dejan espacio a puntos intermedios, sino que sólo dan la opción de elegir entre el blanco y el negro, sin ninguna gradación ni matiz.

Sin dudas, la discusión pública requiere que existan estos matices. De lo contrario, todo tipo de debate se vuelve virtualmente imposible y nos quedaríamos solamente con una colección de monólogos y prejuicios como nos viene sucediendo.

Y en eso andan también el ambientalismo y el desarrollismo, tratando de darse la mano y alejándose al mismo tiempo.